sábado, 17 de septiembre de 2011

No podía ser de otra manera: el día 17. Mi número por excelencia desde siempre. San Antonio y San Pascual. Ese era el origen. Luego está la estética, claro.


Han pasado dos años y revivo como el kumquat del salón de mi casa. Eso sí, sin frutos. Sin el color naranja. En realidad, sin color. Como una vida sin sueños, sin ilusiones.


Me asusta tanto silencio en mi casa, aunque no puedo evitar la sensación de molestia cuando la gente invade mi casa. Los pocos que vienen.


¿Misantropía? No sé.